Opinión

El grito del mundo rural

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Los poderes públicos no pueden desatender las demandas que la España despoblada plantearán hoy en Madrid.

Los poderes públicos no pueden desatender el grito de alerta que la España despoblada lanzará hoy en Madrid. El éxodo del campo a la ciudad que se produjo a partir de 1950 tuvo un fuerte impacto sobre el equilibrio territorial, pero esta segunda oleada migratoria puede tener efectos letales. El 53% del territorio tiene menos de 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado y está en alto riesgo de despoblación. A diferencia de las oleadas anteriores, que vaciaban los municipios pequeños en beneficio de las ciudades próximas y las grandes urbes, ahora son también las ciudades medianas las que pierden población. El resultado es que el 30% del territorio alberga el 90% de los habitantes y el 70% menos poblado tiene la mayor parte de los recursos naturales, que cada vez quedan más desprotegidos.

La pérdida de población no es la causa sino la consecuencia de la falta de desarrollo económico y del abandono de los poderes públicos pese a las promesas que en periodo electoral se hacen en busca del preciado voto rural. Esta es una de las pocas discriminaciones positivas de la que goza la España vaciada, pero ni siquiera la prima de representación política ha dado los efectos esperados. La Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural de 2007 no se ha cumplido y, en cambio, otras leyes aprobadas a partir de 2012 sobre déficit público y administración local han dejado a los municipios pequeños y medianos sin capacidad de reacción. Un problema como este no puede afrontarse con proclamas electoralistas ni promesas de rebajas fiscales. Los jóvenes no se van por los impuestos que han de pagar, sino por la escasez de servicios y la falta de expectativas laborales. El reequilibrio territorial exige invertir en desarrollo económico. Si es capaz de generar actividad económica y empleo, la España rural tiene muchos atractivos que ofrecer. Afortunadamente, las nuevas tecnologías de la comunicación hacen que la vida rural no sea tan diferente de la urbana en cuanto al acceso a la cultura y la información, siempre que la conectividad esté garantizada. El diagnóstico está hecho. Lo que falta es voluntad política.

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